miércoles, 4 de junio de 2008

BATALLA FINAL en el RIACHUELO

La lluvia es ahora más intensa, la bruma densa cubre por completo la extensa fuente de contaminación llamada riachuelo. A las veintidós horas, un helicóptero del ejército aterriza en una improvisada pista montada en la zona de Puerto Madero, que es custodiada por personal de la Prefectura Naval. La iluminación en el sector es prácticamente nula, los militares Wosfeller , Corman, el periodista Darío Ramos y el doctor Miralles descienden de la aeronave, al tiempo que son recibidos por un grupo de integrantes de la Marina y Prefectura Naval. Los recién llegados utilizando una rampa elevada se dirigen directamente hacia un edificio cercano al muelle en el que se encuentra amarrada la lancha destinada a la misión de acercamiento a los extraterrestres. El doctor Miralles siente un leve ardor en su estómago, es consciente que está a punto de protagonizar una de las acciones más audaces de su vida, pero interiormente no puede evitar formar parte de esta única e histórica intentona. Antes de salir de la torre donde está instalado el comité de emergencia, los cuatro voluntarios han intentado comunicarse con sus familiares en varias oportunidades aunque sin conseguirlo debido a que los sistemas de telefonía móvil continúan en silencio, ante esta imposibilidad Corman sugirió a sus compañeros dejar cartas destinadas a los seres queridos, algo que hicieron de inmediato.
La nave principal de los extraterrestres permanece suspendida a pocos metros de las oscuras aguas del riachuelo es de color claro, no tiene aberturas y parece estar rodeada por una especie de aura color violeta, lo que dá a suponer que es algo similar a un escudo protector. Wosfeller recuerda aspectos del momento en que se despidieron del resto de los camaradas militares que lo acompañaron en el comando, los abrazos, los fuertes apretones de manos, las recomendaciones y también las palabras de Kramer y Crumb los dos norteamericanos a quienes les secuestraron el material fotográfico que revelaba claramente la presencia de los extraterrestres en la ciudad de Buenos Aires. Kramer estaba plenamente convencido que a partir de este momento, el mundo entero debería vérselas con los invasores, ya que de acuerdo a su parecer, esta era una primera avanzada, la prueba piloto donde los extraterrestres estarían testeando la capacidad de reacción de los humanos y evaluando sus limitaciones. Es muy posible que hayan elegido operar en la argentina, porque saben perfectamente que es un país moralmente debilitado donde no existe una genuina conciencia de unidad patriótica y donde desde hace muchos años la anarquía imperante ha hecho estragos en la voluntad de sus habitantes. El hombre de la CIA tiene muy en claro que es una nación muy fácil de conquistar y comprar donde hay demasiadas riquezas inexplotadas y extensiones de tierra muy grandes e ideales para cultivos de todo tipo o la cría de animales.
La embarcación tiene su motor encendido y también se están revisando las luces especialmente instaladas en los sectores de proa, popa y el puente con el propósito que al momento de avanzar sea perfectamente visualizada por los visitantes. El personal de Prefectura Naval y Marina que se encuentran en el sitio, están conversando con Wosfeller y sus acompañantes, quieren saber cómo proceder o saber lo que estará sucediendo en caso de llegar a un contacto con los extraterrestres.
Wosfeller bebe otro café, y con una sonrisa les responde;
-Ninguno de nosotros sabe lo que puede llegar a ocurrir, tampoco estamos convencidos que nos
permitan aproximarnos a ellos, solo Dios puede manejar este intento.
-Señor comandante, me interesa saber cómo debemos proceder en caso que ustedes sean
atacados, pregunta un oficial de la marina.
-Mire, si los invasores nos agreden, no habrá posibilidad alguna de contraatacar, no tenemos los
medios de movilidad ni las armas adecuadas para dar una respuesta si esto llegara a suceder,
nuestra intención es hablar con ellos y de alguna manera pedirles que no continúen
almacenando carne humana y definitivamente saber que quieren de nosotros, responde
Wosfeller.
Un par de buzos tácticos de Prefectura Naval solicita permiso para sumarse al grupo de acercamiento. Tanto Wosfeller como Corman, los observan durante unos segundos y el propio comandante es quién finalmente les dice;
-No me opongo a que ustedes nos acompañen, vendría muy bien que estén a bordo de la lancha
como apoyo. Solo les pido que unicamente traigan sus equipos de buceo, ningún arma o algo
parecido ¿de acuerdo?
Los buzos aceptan la órden de Wosfeller e inmediatamente se abocan a revisar los tanques de oxígeno y preparan sus trajes de neoprene. Todo indica que de un momento a otro, la embarcación pondrá proa hacia el sitio donde están estacionados los ovnis. En la cubierta de la lancha, se encuentran además de Wosfeller, el periodista Darío Ramos, el doctor Miralles, el coronel Corman, los buzos tácticos Luna y Martinelli y los tripulantes Cano y Quiroga, pertenecientes a Prefectura Naval. En el muelle hay varios integrantes de las distintas fuerzas, el grupo de hombres saluda respetuosamente a quienes van a partir. La lluvia continúa cayendo, esta vez más tenue, las luces se encienden, la embarcación suelta amarras y completamente iluminada comienza a alejarse lentamente del muelle.
Los visitantes que están en el interior de la nave principal son altos, muy delgados tienen sus rostros cubiertos con máscaras de oxígeno están atentos a un panel cubierto de sofisticados controles y visores capaces de escanear visualmente todos los puntos de la ciudad en simultáneo. La lancha que navega despacio por el oscuro riachuelo no les llama la atención, sin mediar palabra alguna se miran entre ellos y comienzan a desplazarse hacia diferentes sectores del ovni, en cuyo centro existe una burbuja transparente donde se mueve una importante masa de carne humana que aparentemente está siendo procesada.
El sonido que emite la maquinaria que depura, clasifica y transporta la carne clasificada a través de un tubo conectado a la segunda nave extraterrestre es apenas audible. En la pantalla más grande del control central, los visitantes del espacio siguen atentamente el desplazamiento de la lancha que se aproxima al sector.
Darío Ramos empuña su cámara de video y comienza a grabar. Solo el doctor Miralles se percata de esto y le pide que apague la grabadora, ya que esto puede alterar la misión de contacto.
Ramos que no puede ocultar su nerviosismo y lógico temor, accede de inmediato a la solicitud del médico. La embarcación de Prefectura, ya se encuentra a unos cincuenta metros de la nave invasora. Wosfeller está calculando el momento en que ordenará que se detenga el motor y "tiren" el ancla en esa parte del maloliente riachuelo.
Ahora se escucha un sonido que parece surgir del fondo de las oscuras aguas, simultáneamente el tubo que conecta las dos naves extraterrestres se desconecta de la que aún permanece a escasos metros de las aguas que comienzan a entrar en ebullición. La lancha de Prefectura comienza a sacudirse al compás de las aguas y los tripulantes que allí se encuentran se aferran a las barandillas para evitar ser despedidos. El ovni suspendido en la parte superior emite un zumbido, se ilumina por completo y se eleva velozmente hasta desaparecer entre las densas y oscuras nubes. La segunda nave, la de mayor tamaño está vibrando al tiempo que en todo su perímetro brotan luces enceguecedoras, el zumbido es ensordecedor, se pone en movimiento e inicia un lento despegue que agita las espesas aguas al punto de hacer zozobrar la lancha que ocupan Wosfeller y sus voluntarios acompañantes.
Toda esa parte de la cuenca líquida más contaminada de la ciudad de Buenos Aires, parece transformarse en día, las poderosas luces que parten de los ovnis enceguecen a los atónitos miembros de la lancha que en segundos, debido a la potencia de las silentes turbinas de la nave extraterrestre, da un peligroso vuelco hacia el sector de estribor y milagrosamente la embarcación vuelve a estabilizarse sobre la superficie.
Muchos ciudadanos sitiados en los edificios aledaños al riachuelo, pueden observan la partida de los dos ovnis, los ocupantes de la embarcación se sienten decepcionados, todo parece haber sido en vano, aunque el doctor Miralles piensa que lo mejor que pudo suceder es que los visitantes del espacio hayan partido. Wosfeller está abatido, ninguna de las personas que se encuentran a bordo dice una palabra, seguramente ya habrá tiempo para hablar y evaluar los sucesos. Ahora vendrá la reconstrucción de una ciudad que ha sufrido la mayor devastación de su historia. Al día siguiente la lluvia se detuvo. Las aguas putrefactas que inundaban las calles comenzaron a descender , también desaparecieron las nubes color gris oscuro y un tibio sol volvió a brillar tímidamente después de treinta días de pesadilla que nadie podrá olvidar por el resto de sus días.
La gran urbe comenzó a ser evacuada de a poco, la Buenos Aires que fué una "Venecia" macabra intenta organizarse, aunque las miles de personas voluntarias que se ocupan de liberar las arterias húmedas saben perfectamente que esto no resultará sencillo y demandará mucho tiempo. Muchos sobrevivientes deambulan como "zombies" , han salido de sus refugios y llevan en sus rostros las huellas de los padecimientos de su interminable naufragio.
La lista de muertos y desaparecidos dificilmente sea dada a conocer, pero extraoficialmente se calculan más de un millón de víctimas fatales.
Buenos Aires fué un coto de caza muy productivo para los extraterrestres, ya que alguna vez se sabrá que provienen de un planeta que carece de vida animal y cuyos habitantes, durante muchos años estuvieron habituados a consumir alimentos de orígen vegetal u otros netamente artificiales, hasta que en una de sus primeras incursiones a la tierra tomaron la decisión de proban la carne humana que les pareció además de sabrosa, muy rica en proteínas.
La capital de argentina fué elegida por su altísimo grado de polución, también los invasores analizaron el riachuelo como a una inmensa extensión de aguas muertas totalmente contaminadas, que en conjunto con los basurales, el smog, los ruidos y el desorden imperante en todos los niveles, brindaba a los invasores un campo propicio para la captura de sus presas.
También habían generado una inundación poderosa sabiendo que la misma causaría la muerte de miles de habitantes que en su afán de sobrevivir se eliminarían los unos a los otros y los cientos de miles de metros de cañerías de agua que circulan por la ciudad serían el circuito perfecto y oculto que les permitió detectar, succionar y transportar en forma rápida los órganos de los fallecidos hacia el núcleo procesador de carne humana.
En algún sitio de la galaxia, donde también existe vida, ha comenzado una batalla por la supervivencia. Probado está que en esta incursión no hubo afán de conquista o invasión, pero seguramente los extraterrestres que han probado la carne humana, retornarán cuando necesiten abasterse de este alimento. Así como los humanos cazan animales, muy lejos de la tierra, cazadores mucho más sofisticados harán lo mismo con las personas cuando su apetito lo crea necesario.
FIN