miércoles, 14 de mayo de 2008

HORAS DECISIVAS

Al escuchar los gritos de sus vecinos, el capitán Castillo sale rápidamente de su departamento, lo primero que vé es a una mujer revolcándose desesperada en el pasillo. Está totalmente cubierta de ratas que se mueven veloces y hambrientas por todo su cuerpo cada vez más destrozado y sangrante. Castillo sabe que nada puede hacer por la desdichada, apenas distingue el rostro totalmente desfigurado de la víctima que está agonizando en medio de terribles dolores. Castillo no vacila en apuntar su arma directamente a la cabeza de la mujer y le efectúa dos disparos, ahora pasa junto al cadáver, se dirige hacia la escalera con la intención de ir hasta el piso donde está la vivienda de la familia Diez, un tropel de alimañas se interpone en su camino, dos de ellas se han prendido rabiosamente a una de sus piernas, logra quitárselas de encima y estrellarlas sobre el piso. Siente un dolor punzante en su mano derecha, otra rata le ha clavado allí sus filosos colmillos y también consigue librarse de ella golpeándola repetidamente contra la pared. Ya está a pocos metros del departamento de Sebastián y Lorena Diez, la puerta está cerrada, escucha gritos de auxilio provenientes del piso superior, una fila de roedores se lanza velozmente tras él, pero consigue ingresar a la vivienda y cerrar la puerta a tiempo. En el interior hay un silencio sepulcral, Castillo teme lo peor y sus sospechas se confirman cuando al entrar al dormitorio del matrimonio descubre que la pareja yace sin vida sobre el piso de la habitación. Ambos han sido devorados casi por completo por las ratas, el militar aún tiene la pistola en su mano derecha, otra vez el chillido histérico que anticipa el ataque mortal de las alimañas que parecen surgir de la nada y se acercan a Castillo que levanta su arma y dispara repetidamente contra los roedores, varios han muerto alcanzados por la balas, ya sin fuerzas y muy herido en diferentes partes de su cuerpo Castillo se sabe perdido , hace un intento final por poner el cañón del arma en su cabeza pero trastabilla y cae sobre una biblioteca, se le nubla la vista, las ratas están mordiéndo su cuello, ahora logra introducir el caño en su boca y oprime el gatillo. En ese mismo instante, la señora Roberts está encerrada en el baño de servicio de su departamento, se ha apoyado contra la puerta y llena de miedo comienza a rezar tomándo la cruz que lleva colgada de su cuello, ya no escucha más gritos del otro lado, supone que posiblemente las ratas se hayan hartado de matar gente y estén satisfechas con tanta comida humana, está totalmente invadida por el pánico. Un sudor frío recorre su indefensa humanidad, repentínamente la tapa del inodoro es eyectada hacia arriba, se produce un gran estrépito y desde las profundidades emergen veloces alimañas que se avalanzan enloquecidas sobre la mujer. Estas horripilantes escenas se han multiplicado en las últimas horas en cada uno de los pisos de la torre y desafortunadamente ningún habitante del edificio ha podido escapar con vida.
El comandante Wosfeller está despertando, ha alcanzado a dormir casi sesenta minutos, al abrir los ojos, lo primero que observa es al coronel Córman durmiendo en un sillón y cubierto con una gruesa frazada. Córman está profundamente dormido y tiene la boca abierta, a Wosfeller le llaman la atención los fuertes ronquidos de su camarada, se incorpora y comienza a caminar hacia la cocina. En este mismo edificio donde se ha instalado la cúpula del comité de emergencia, hay un movimiento generalizado, todo tiene la apariencia de estar coordinado y los miembros pertenecientes a las distintas fuerzas que ocupan la totalidad del lugar, visten uniformes de fajina y no abandonan sus armas reglamentarias en ningún momento. Los guardias que vigilan a los norteamericanos Richard Kramer y James Crumb, proceden a despertarlos y les hacen saber que en quince minutos deberán conducirlos al piso donde se reunirán con la plana mayor del comité militar. Kramer el miembro de la CIA que junto a Crumb fue sacado prácticamente por la fuerza del hotel internacional donde se alojaban en la zona de Retiro se siente indignado e impotente ante esta acción descabellada llevada a cabo por militares argentinos, también lamenta no poder comunicarse con la embajada de su país que seguramente ignora que se encuentra secuestrado en ese edificio. Crumb se limita a mirarlo sin decir palabra.
-Oiga, usted parece de hielo ¿porqué diablos no dice algo, no se dió cuenta aún que estámos en
serios problemas?
-Mire Kramer, estos tipos saben perfectamente bien quienes somos y seguramente han
ingresado a nuestras computadoras portátiles y han visto todo el material que guardamos allí,
responde Crumb impasible.
-Sí, ya están al tanto de lo que está pasando en su contaminado riachuelo y me temo que ya es
demasiado tarde para que puedan impedir que Buenos Aires sea finalmente destruída, dice
Kramer, mientras observa que la puerta del departamento se abre y aparecen dos militares que
con un ademán, les hacen saber que deben acompañarlos.
En tanto y bastante lejos de allí, "Peligro" se ha despertado, se siente mejor e intenta incorporarse para dirigirse hacia el baño, ya que tiene urgencia por orinar. La habitación está apenas iluminada por la tenue luz de una vela que el delincuente toma y lleva consigo para que le facilite avanzar por la vivienda donde Malena le ha dado refugio y abrigo. Camina hacia la salida del cuarto donde hay un pasillo y supone que al final del mismo está lo que busca, hace demasiado frío en ese departamento grande, oscuro y bastante antiguo. Ya ha finalizado con su necesidad, afuera se escuchan los truenos a los que ya está habituado oir, se pregunta donde estará Malena, seguramente la vieja está durmiendo piensa, pero de pronto escucha un ruido detrás suyo, se dá vuelta y vé a la mujer parada al final del corredor.

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