miércoles, 23 de abril de 2008

ABISMOS AL PROPIO INFIERNO

-Mire Sierra, valoro su actitud, pero usted tiene mucho que perder. Piense en su familia; Su
mujer y sus chicos, lo necesitan. ¿ Porqué no intentamos salir juntos de aquí? Podemos pensar
en algo, no sé, quizás utilizando sogas para jugarnos y llegar hasta el negocio de Sonia. Entre los
dos, podemos ayudarnos.
-Nó señor Alfredo, jamás dejaría mi puesto de trabajo. No puedo defraudar la confianza que me
ha brindado el señor Pizarro. De alguna forma voy a resisitir. En algún momento el agua bajará
y seguramente alguien vendrá a rescatarme.
-Escúcheme Sierra, yo le debo la vida. Solo saldré de aquí si usted viene conmigo.
-No insista señor Alfredo, no insista. Venga, ayúdeme a buscar cuerdas o pedazos de tela para
armar un ramal de unos treinta metros. Con esa cantidad de soga, podemos evitar que lo
arrastre la corriente y usted pueda cruzar la calle.
Los dos hombres comenzaron a cortar las telas de las cortinas de las ventanas , tapizados
de sillones y todo lo que iban encontrando en el edificio. El vigilador se encargaba de anudar con fuerza los tramos. Alfredo veía con preocupación la tarea del vigilador, ¿Qué hacer? ¿Le confesaría a ese hombre la verdad? ¿Qué sucedería si él lograba escapar de allí con el bolso repleto de dinero y joyas?. Su plan consiste en cruzar hasta el departamento de Sonia y luego buscar la forma de salir de la ciudad , ocultarse por un tiempo en el interior y después de varios meses, irse a un país limítrofe. En el Paraguay, tenía muy buenos contactos que podrían ayudarlo a radicarse en Asunción o bien facilitarle una salida a otros lugares. En ese bolso, había suficiente dinero como para comprar impunidad e iniciar una nueva vida en cualquier lugar de América Latina.
Una nueva existencia junto a Sonia, lejos de tantos sinsabores, lugares y personas que en cierta forma habían minado las fuerzas y las ilusiones de ambos. Alfredo apostaba a un tramo de vida mejor. Estar juntos, felices y lo más lejos posible de un país que terminaría destruyéndolos por completo. Alfredo se había convertido en un ladrón. Jamás hubiera imaginado que las circunstancias lo transformaran en un delincuente. Tiene miedo de ser atrapado antes de poder salir del manto líquido que está ahogando a la ciudad y sus habitantes. Miedo a perder a Sonia y pasar unos cuantos años purgando por su delito en una cárcel. Y Sonia, ¿Qué estará haciendo? ¿Se habrá despertado? ¿Se sentirá bien? Sonia le preocupa sobremanera. La tormenta la aterroriza a tal punto que queda inmovilizada casi por completo. Sí, tenía que salir de allí lo más rápido posible y la idea del vigilador de armar un puente de cuerdas, jamás se le hubiese ocurrido a él.
-Mire señor Alfredo, ya tenemos más de cuarenta metros de soga. También voy a fabricarle un
salvavidas casero con la gomaespuma de los almohadones. Este material puede flotar con
facilidad y evitará que usted se hunda. Venga, ayúdeme a cortar las fundas de estos
almohadones.
Las compuertas de aluminio colocadas en la puerta de acceso del edificio, comienzan a agitarse. La potencia de las aguas las golpea incesantemente y esto indica, que ya el agua que transita a través de la calle sigue subiendo peligrosamente. Alfredo calcula que lo mejor será saltar desde la ventana del primer piso para evitar que la fuerza del líquido lo arroje hacia el interior del edificio, en caso de intentar abrir la puerta principal. El vigilador ajusta ahora en el cuerpo de Alfredo el improvisado chaleco salvavidas, que ha logrado asegurar con retazos de cuero. Alfredo le explica su idea de bajar a las aguas desde el piso superior. El vigilador, luego de pensar unos segundos aprueba la iniciativa. Con el bolso del dinero y las joyas a cuestas, Alfredo y el vigilador se dirigen hasta la planta alta. Un extremo de la soga es asegurada en el acero de las canillas instaladas en la pileta de la cocina. Luego, el vigilador comienza a cortar con una sierra los extremos de la reja de hierro que protege la ventana por la que intentará salir Alfredo. El tiempo transcurre lento, interminable. El vigilador sigue con su tarea. Alfredo fuma procurando calmar sus nervios. No puede dejar de pensar en Sonia. Mira con insistencia hacia la ventana del departamento de la mujer, pero no observa ninguna señal, nada, solo oscuridad en el interior de la vivienda. Esto le proporciona cierta calma, ya que sigue pensando que la mujer aún no se ha despertado.
Dejémos por un momento lo que está sucediendo en el edificio de la casa de cambio. El cielo se ha puesto muy oscuro ahora. La tormenta mantiene su intensidad y continúa lloviendo en forma sostenida. La ciudad ofrece un panorama lúgubre. Las pocas radios que siguen informando a la desesperada población que logra captar estas emisiones colmadas de interferencias tratan de atenuar las noticias más terribles y algunas emisoras dan cuenta de los intentos de algunas provincias por acercarse a la capital y brindar distintas formas de auxilio. En el gobierno no hay indicios de que se hayan puesto de acuerdo en las estrategias a seguir para llevar alivio a los miles de sitiados. Se teme que pronto aparezcan terribles epidemias y hay informes confidenciales que dan cuenta de extrañas mutilaciones descubiertas en cadáveres de algunas morgues en hospitales públicos. Sobre este punto, hay denuncias concretas del director de un centro de asistencia médica estatal que comprobó personalmente este horripilante hecho. Los servicios de inteligencia y el responsable de seguridad, han recibido un video casero, donde puede verse claramente el estado en que quedaron los cadáveres. Un helicóptero policial es enviado al hospital donde se encontraron los restos desintegrados a fin de trasladar al director médico ,el enfermero que hizo el macabro descubrimiento y a un miembro de la administración que tomó fotos y grabó el video con el fin de clarificar los hechos.
En tanto en la villa donde se encuentra la casa ocupada por "Peligro" y sus secuaces, hay preparativos para saquear más negocios en la noche que pronto cubrirá la ciudad que naufraga. El "zurdo" Chirripa se levanta de su cama. Le duele la cabeza y está malhumorado. Trinidad la chica de "Peligro", ha preparado dos termos con café. La radio a pilas ya no emite cumbias, ahora los tres escuchan las noticias. "Peligro" se muestra feliz. La confusión reinante los seguirá ayudando a robar sin problemas. Piensa que tiene casi diez horas para moverse con impunidad con sus lanchas. "El zurdo", escucha un motor que se aproxima. Es una embarcación que navega apoyado con un potente reflector en su proa. Instintivamente, "el Zurdo", toma la metralleta y le avisa a "Peligro" sobre la presencia de la lancha. "Peligro" empuña dos pistolas y permanece atento a un costado de la ventana.La lancha está a pocos metros. El motor se detiene y una voz se escucha desde la pequeña embarcación.
-¡Hey ,tranquilos muchachos, soy yó !
-Tranquilo "zurdo", es el loco Porreta, nos trajo una lancha más, dice "Peligro".
"Peligro" y Chirripa arrojan una soga y en minutos, la embarcación recién llegada
es amarrada al segundo piso de la vivienda usurpada. El "Zurdo", mientras culmina de realizar
esta maniobra, observa que a Porreta lo acompaña alguien más.
-¿Quien es este pasajero "Zurdo" ? pregunta Chirripa.
-¿Este? Este es el "muñeco" Marrero, no te acordás de él ? Este es el que boleteó a los dos
"polis" en Avellaneda. Estuvo "guardado" en Devoto, ¿te acordás? dice el "zurdo".
"Peligro" está sonriente. Estrecha las manos de los recién llegados y los invita con
café. Oyó hablar de Marrero y le parece un tipo justo para unirse al grupo. Marrero es bajito, muy flaco y tiene siempre los ojos abiertos. Marrero mira todo lo que hay alrededor , parece estar en .un alerta permanente. Camina dando saltos como un canguro. Esta actitud le causa gracia al jefe de la banda, quien también sabe que Marrero es un "pesado" con buena fama en el ambiente.
Porreta termina de comer un sándwich. La chica le llama mucho la atención y la observa constantemente. Trinidad es la encargada de servir café a los nuevos miembros e interiormente, le gusta provocar a Porreta. "El loco" Porreta es fornido, tiene el pelo teñido de amarillo y se caracteriza por ser un tipo de pocas palabras. Ha cumplido veintiocho años y conoce varias cárceles. Es hábil y peligroso en el manejo del cuchillo y fue compañero de "Peligro" durante una temporada en la cárcel de Olmos, donde "rancheaban" juntos. "Peligro" está frente a una de las ventanas. La lluvia ha cobrado mayor intensidad y las lanchas se mueven con fuerza empujadas por las aguas embravecidas y malolientes. Piensa que este será un nuevo paseo sin demasiadas complicaciones . Contar con el apoyo de estos dos nuevos integrantes, lo hace sentir más fuerte. Para esta noche su idea es salir a buscar plata en efectivo. Tiene el dato que hay una joyería en un barrio cercano y qué el dueño vive en la planta alta. Por información que ha recibido de una mujer que trabajó para la familia del joyero, es posible que el tipo guarde una importante cantidad de oro y dinero en su vivienda. La desconfianza en el sistema bancario, ha favorecido en gran parte a los que viven del robo, ya que son pocos los comerciantes y empresarios de todo tipo que prefieren tener sus bienes en la casa, antes que se los expropie compulsivamente algún banco.
Las radios informan sobre motines simultáneos en varias comisarías y cárceles de la capital y gran Buenos Aires. El temporal y el apagón, son aprovechados por los internos para provocar disturbios. Se habla de guardiacárceles tomados de rehenes y también sobre asesinatos de presos causados por rencillas entre la misma población carcelaria. La muerte sigue navegando sobre las aguas turbulentas que amenazan con sepultar la ciudad. En este momento, se oyen más motores de helicópteros que sobrevuelan la capital y alrededores tratando de continuar con sus misiones de rescate a pesar del mal tiempo. La velocidad del viento es sostenida y el cielo totalmente cubierto parece reaccionar por momentos con los fuertes truenos y relámpagos que estallan sistemáticamente. La ira climática parece concentrarse en el riachuelo. Allí en ese caudal que ha crecido notablemente la potencia líquida bulle como un maremoto. Los barrios aledaños al río están totalmente inundados y destruídos. La Boca, Quilmes, Avellaneda, La Matanza y otros son los más castigados por esta furia de agua y viento que no dá tregua a la población sitiada.
En tanto, en el edificio, el comisario Vélez, ha terminado de contarle a su esposa Alejandra, todo lo que sabe sobre los macabros episodios ocurridos en las últimas horas en el interior de la torre. La mujer está conmovida, siente escalofríos. Tiene miedo. El comisario, ha vuelto a beber y durante el relato lo vió angustiado. Se hizo un prolongado silencio y Vélez, incorporándose con lentitud, se acerca a ella y dándole un beso, le dice: Gracias, Gracias por escucharme.
Alejandra le sonrié.
-Voy a darme una ducha, le dice Vélez. A lo mejor se me pasa el cansancio.
-Porqué no te acostás un rato, le aconseja Alejandra.
-No puedo, tengo que reunirme en unos minutos con Marino y el capitán, le responde Vélez
mientras se dirige al cuarto de baño.
El ex policía se quita la ropa con nerviosismo. Ya está desnudo. Se mira en el espejo y nota que le ha crecido la barba. Odia estar con barba, pero no tiene tiempo ni ganas de afeitarse. Tiene más de medio whisky en su vaso. Abre la ducha y el vapor le produce cierta calma y placer. Ahora regula la temperatura del agua y se ubica bajo la lluvia.
Alejandra ha quedado pensativa en el living del departamento. Ha vivido muchos años junto a este hombre serio, de palabras medidas y que a lo largo de su carrera en la policía, dio pruebas de ser un profesional intachable. Recuerda que en los años setenta, la pareja estuvo a punto de deteriorarse. En esos tiempos de terror y desaparecidos, Vélez era un oficial que tuvo gran participación en la llamada guerra contra la subversión, pero muy poco sabe sobre el rol que
su marido cumplía en la fuerza.

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