sábado, 12 de abril de 2008

EL EDIFICIO

La ciudad ha pasado a formar parte del "riachuelo" y ahora son una misma unidad donde todo flota sin control. La iluminación en la gran urbe es muy escasa, solo se escucha el estallido de los truenos casi permanentes. La fría mole de cemento parece estar en silencio absoluto en medio de una atmosfera plagada de lluvia incesante y miedo. En el cielo negro, solo se escuchan los rotores de los pocos los helicópteros que continúan volando hacia las zonas bajas en procura de sobrevivientes. El Ejército en acción conjunta con la Marina, han puesto en movimiento algunas unidades anfibias que también avanzan lenta y dificultosamente rumbo hacia los barrios más afectados. Las comunicaciones telefónicas convencionales se han interrumpido y lo mismo sucede en este momento con la ausencia de señales en telefonía móvil. El líquido elemento crece y avanza cada vez más y al enmudecer los sistemas de comunicación , es imposible organizar o agrupar a las distintas fuerzas que inicialmente se destinaron al rescate de los miles de ciudadanos que están sufriendo las consecuencias de la catástrofe. Fatigados voluntarios barriales junto a miembros de la policía y gendarmería han intentado vanamente improvisar muros de contención armados con bolsas de arena y otros materiales, pero estos precarios diques fueron rápidamente destruídos y superados por las aguas.
El "Max III" es un imponente edificio ubicado en barrio Norte. Los generadores allí instalados continúan proveyendo de energía a los suntuosos pisos allí existentes. Fabián Mora es un abogado exitoso. Sabe que el sitio donde vive desde hace cuatro años, además de ser una construcción sólida, está dotado de la última tecnología. Mora habita en el sexto piso y en este instante está observando a través de los amplios ventanales a la ciudad en penumbras donde la lluvia sigue cayendo.
Escucha la música que emite su sofisticado equipo de audio, se siente seguro y feliz en su "torre inexpugnable". Mora tiene un vaso de whisky en su mano, viste bata de seda y la situación reinante no parece importarle demasiado, aunque teme que se inunde el sector del subsuelo del . funciona la cochera del edificio y el agua arruine sus dos flamantes autos importados.
Una bella muchacha rubia está semi desnuda y recostada sobre la cama de la suite principal. Mora es separado, tiene dos hijos con su ex mujer y pronto cumplirá cincuenta y tres años. Su amiga tiene veintitrés. La chica se llama Deborah, es hermosa, tiene un cuerpo escultural, casi perfecto y toda su piel luce bronceada por cama solar. Deborah ha terminado de mirar una película en DVD, en la que actúa George Clooney, su actor favorito. Está fastidiada con la lluvia y solo ansía que vuelva a salir el sol para salir a correr por los bosques de Palermo. También piensa que desde que convive con Mora, por primera vez puede conocer y disfrutar los distintos y costosos placeres de una buena vida sin privaciones.
Mora está extenuado, ha gozado hasta el cansancio con esa chica llena de energía que logra excitarlo como a un adolescente. Sabe que la niña es una hembra cara, pero vale la pena acostarse con una mujer tan sensual que lo colma de mimos y le contagia de una vitalidad y pasión que creía perdida. La lluvia es ahora más intensa, Mora se aleja de la ventana y sube el volúmen de una pequeña radio a transistores con la que sigue atentamente las informaciones relacionadas con el temporal. La mayoría de las emisoras han interrumpido su salida al aire por desperfectos técnicos y las que aún continúan transmitiendo, informan sobre saqueos que se multiplican en domicilios que han sido evacuados . Varios supermercados importantes fueron vaciados impunemente por grupos de personas que aprovechando el caos, la falta de energía eléctrica y la ausencia del personal de seguridad, no dudaron en apoderarse de todo tipo de alimentos, bidones de agua mineral y toda clase de electrodomésticos.
También se informa sobre la existencia de violentos asaltos a mano armada en casas y departamentos, donde aseguran existen numerosas víctimas fatales que fueron asesinadas sin piedad por los delincuentes. Los cientos de miles de ciudadanos que permanecen aislados a lo largo y ancho de la gran ciudad, solo tienen a las voces de las radios como únicos referentes de lo que minuto a minuto está aconteciendo en medio de la mayor catástrofe de la historia Argentina.
Mora enciende otro cigarrillo. Camina por el amplio living de su departamento. Por momentos, el el audio de la estación radial que está escuchando con atención se pierde y al rato, vuelve a la normalidad. Lo mismo sucede con el sistema eléctrico que alimenta la iluminación integral del edificio, que de a ratos disminuye casi al cincuenta por ciento su intensidad.
Deborah ha ingresado al cuarto de baño y está abriendo los grifos del hidromasaje. Busca sales y esencias para preparar su inmersión de placer. El gran espejo que cubre la totalidad de una de las paredes la muestra en cuerpo entero. Piensa que pronto tendrá la oportunidad de de convertirse en una cotizada y popular modelo y que tiene todos los atributos físicos como para alcanzar la posición de fama y dinero que siempre soñó. Mora le ha prometido presentarle a importantes productores de mucho peso en el ambiente artístico y está plenamente segura que en muy poco tiempo, logrará una carrera ascendente en ese mundo que tanto la atrae.
El agua ya está casi a punto. Es la temperatura que Deborah considera ideal. Un leve vapor comienza a invadir el cuarto y la chica se introduce en las aguas cubiertas de espuma y aromáticas esencias.
En la cochera ubicada en el subsuelo del edificio, el líquido continúa entrando con mayor intensidad y el agua ya ha superado la altura de los neumáticos de los muchos y costosos vehículos que se encuentran allí estacionados. Ramón, es el encargado del edificio, tiene sesenta y tres años y desde hace diez, además del mantenimiento, es el responsable de todo lo que sucede en la torre. Ni bien comenzó el temporal puso en funcionamiento la bomba de achique con el propósito de evitar que se inunde el subsuelo, pero a esta altura de los hechos, el sistema de desagote resulta ineficaz ante el poderoso caudal líquido que afecta a la ciudad de Buenos Aires. Rosa es su mujer y utilizando varios baldes de plástico, ya lleva varias de esfuerzo tratando de sacar el agua a mano. Ambos están exhaustos.
-¿Que hacemos viejo? Pregunta Rosa con voz cansada.
-Y...Vamos a tener que avisarle a los dueños de los pisos que hicimos todo lo posible, pero ya no podemos detener este agua podrida. Y si nó, que bajen ellos y nos ayuden a sacarla. La precipitación pluvial continúa sin pausa alguna. Ahora el matrimonio, con el agua casi a la cintura de sus cuerpos, avanza lentamente hacia la puerta de acceso al primer piso.

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